Hablar sobre asuntos difíciles

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Indague acerca de lo que ya sabe su hijo.

Si su hijo le hace una pregunta difícil (sobre el sexo, la muerte, la política, etc.), usted podría preguntarle simplemente: “¿Qué oíste?”. Esto permite que su hijo le diga lo que él comprende —o entiende mal— y quizás le dé indicios de las preocupaciones que le están motivando a hacer la pregunta.

“Antes de contestar a la pregunta de su hijo, hágale una pregunta abierta para descubrir lo que él sabe. De acuerdo con su respuesta, usted podría hacerle otra pregunta o aclarar la confusión. Una pregunta como ‘¿Quién es Saddam Hussein?’ podría estar encubriendo la necesidad que tiene la niña de que le reafirmen su propia seguridad. Él podría realmente estar preguntando: ‘¿Estoy a salvo?’.”

Mantenga sus respuestas sencillas.

Dé respuestas apropiadas a la edad del niño. Una oración sencilla puede ser suficiente. Detrás de la pregunta de un niño, puede ser que esté preocupado de su seguridad, así es que ofrézcale consuelo. Usted podría describirle las diversas maneras como él o ella están seguros diciéndole: “El policía está allí para protegernos” o “La azafata nos está demostrando cómo permanecer seguros en el avión”.

Haga más preguntas.

Por ejemplo, si su hijo le pregunta acerca de la gente que vio en el noticiero que ha sido lesionada, usted podría decir: “Me apena ver que a esa gente la hayan lastimado. ¿Tú cómo te sientes?”.

Vuelva a hablar.

Esté preparado para responder a los niños que le hacen la misma pregunta muchas veces. Esto significa que siguen pensando sobre el asunto y que pueden necesitar un poco más de información. Usted podría reservarse cierta información para las discusiones posteriores.

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