Fobias y Miedos Infantiles

miedos-fobias-infantiles¿Su hijo tiene miedo?

El miedo es un fenómeno psicológico que nos da la noción de peligro. Es algo normal, con una función adaptativa que tanto en el niño como en el adulto supone una reacción emocional ante situaciones “peligrosas” Estas situaciones pueden ser reales o imaginarias.

Es habitual que los niños y adolescentes muestren en ocasiones miedos y temores frecuentes para su edad, pero ¿Cuándo esos miedos se convierten en fobias? Podemos hablar de fobia cuando ese temor es irracional o excesivo, y se desencadena ante un determinado estímulo, real o imaginario (sangre, animales, colegio, separación de los padres, dentistas…).

Cuando el miedo se convierte en patología es porque ha superado el grado de normalidad y se acompaña por otro tipo de alteraciones como son ansiedades (nervios), sentimientos depresivos (tristeza) o fobias (miedo exagerado). No podemos negar que el miedo es un sentimiento desagradable del que no es fácil conocer su origen.

¿Pero que es el miedo patológico: “La Fobia”? : es un miedo fuerte y constante que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación (imagina) de un objeto o situación específicos.

En los niños vemos más claramente las distintas variantes del miedo: el lactante que llora porque no quiere quedarse solo; el miedo a las “brujas o monstruos”, y otras más evidentes como el miedo a un perro que les puede morder, o a una simple mosca.

El miedo tiene un sentido biológico que protege al hombre de un peligro y debe reaccionar este mecanismo automáticamente y sin experiencia previa. Algunos investigadores consideran el miedo a la oscuridad una reacción innata pero casi siempre son factores externos y sobre todo la influencia educativa quienes aportan el mayor peso a la hora de predisponer a la persona al miedo.

En su forma original el miedo es un mecanismo natural de protección que aparece ante una señal de peligro. Según los estímulos y la susceptibilidad del individuo puede funcionar de forma suave o fuerte. La sensación experimental produce un estado de tensión interior que se acompaña de REACCIONES CORPORALES como: Ritmo cardiaco acelerado, Sudoración excesiva, Tensión muscular, Sequedad de garganta y boca, Sensación de nausea en el estómago, Dificultad en respirar, Respiración rápida y entrecortada, Temblores, Dilatación de las pupilas, Erizamiento del pelo, Aumento de la presión arterial.

Pero debemos tener en cuenta que frente a la susceptibilidad existe otra característica muy unida al origen del miedo: LA FANTASÍA. La simple imaginación de algún hecho amenazante bastaría para darnos miedo. Veamos un ejemplo: a algunos niños les basta imaginarse que un perro pudiera morderles para tener miedo a los perros. Incluso la lectura de un cuento puede desencadenar el miedo. Entonces, ¿qué hacemos?:

  • Tenemos un cuidado exagerado y alejamos a los niños de toda información susceptible de crear miedo.
  • Procuramos que el niño se enfrente a situaciones nuevas y quizá atemorizantes (poco a poco y con ayuda profesional).

Con la Ayuda de los Psicólogos, esta segunda opción es la más adecuada y con este comportamiento alejaremos a los niños de un estado exagerado ante el miedo. Debemos intentar “dialogar” con el miedo y descubrir cómo influye en nuestra vida. Toda persona es un ser único y “sus miedos” también lo son.